martes, 10 de enero de 2012

No hay distancia más larga que el orgullo.

Llega un momento en el que las situaciones te superan. Que nuestro cerebro no puede más y se satura.
Que no distinguimos entre el bien y el mal. Que no sabemos lo que es mejor o es peor para nosotros, para nuestras vidas. 


Momentos en que solo deseamos  desaparecer de todo lo que nos rodea. No saber sobre nada ni sobre nadie. Que únicamente queremos huir de la multitud y quedarnos absoluta y     completamente solos. 

Y de este modo valorar lo que tenemos, echar de menos lo que de verdad nos importa y olvidarnos de todo lo que no. Y es en esos momentos, cuando puede que te preguntes, y qué hago yo aquí? No sería más fácil que enterrara todo, me fuera lejos, muy lejos y empezara de 0? Pero, ¿qué pasa con los que me quieren de verdad?¿Qué pasa con los que dejo aquí y les importo? Por un tiempo pensé que realmente no le importaría más que a mi perra. Pero ya me han demostrado, y gracias por abrirme los ojos, que no es así. Y ya puedes darle vueltas y vueltas, pero no hay consejo mejor que el de aquell@s que te quieren. Si te quieren, te dejarán ir libre. Y lo están haciendo. Está claro, llorando no va a dejar de existir un 4 de agosto. Tampoco la mejor solución es suicidarse. Alomejor podrían intentar hacerme cambiar de opinión. Pero ¿por qué? Si es mi decisión, y como amiga me respetan, deben de respetar también esa decisión ¿no?


Tenéis toda la razón los que decís que es una locura. Lo es. Pero, ¿acaso no estoy yo también un poco (por no decir mucho) loca? Y vida sólo hay una, no voy a cerrar los ojos, pretender que todo es perfecto y quedarme aquí anclada. Por eso no tengo miedo. Iré, empezaré de nuevo, pero no de 0, porque aquí me dejo todo lo vivido hasta ahora. Y voy a hacerlo. Voy a ir allí con el apoyo de quien me lo de, y sino, el mío propio. No se si saldrá bien, si es lo mejor o no. Pero si es un error, aprenderé de él, y si sale bien, nada más que decir. Ni siquiera tengo idea de qué haré al estar alli. Improvisaré, la más alocada y atractiva para mí de las opciones, buscármelo yo, para así cuando mire atrás, ver que todo lo que tengo (y lo que no) es por las decisiones que tomé en su momento.  


Por ahora sólo se, que voy a disfrutar cada día como si fuera el último. Y no escribo todo esto en un ataque de positivismo precisamente. Son meditaciones y conclusiones a las que he llegado tras mucho comerme la cabeza y tragarme las lágrimas y el orgullo. No sé si serán las correctas, son las mías. 

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME HAN APOYADO EN TODO MOMENTO INCONDICIONALMENTE, HACIÉNDOME VER  EL REFLEJO DEFORMADO QUE TENÍA DE MI REALIDAD. GRACIAS. 



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