miércoles, 1 de febrero de 2012

El adiós definitivo.


Ya no hay marcha atrás. Es definitivo. Ya tengo toda la seguridad de que no hay otras opciones alocadas para evadir la más cruda, desesperada, dura, definitiva y real. No puedo hacer nada por evitarlo, ni quiero. Simplemente me voy a dejar llevar para hacerlo más llevadero.

Quedan 6 meses. Por estas fechas probablemente haya dicho adiós a España. Sí, ese adiós contundente. Bueno, tal vez diga hasta luego, nunca se sabe. Volver volveré, pero todo se ha invertido, como viene haciendo desde hace un tiempo. La casa que me ha visto crecer, abandona este papel. Será una casa, no un hogar. Una casa desnuda y, tal vez, fría. Ya no habrá olor a comida recién hecha, a perros recién bañados ni a productos de limpieza. Mi habitación serán unas paredes desnudas que mostrarán sin pudor sus grietas que ya no estarán recubiertas de fotos, dibujos y pósters. Éstos estarán formando parte de una nueva habitación en un lugar completamente distinto. Nuevos olores, nuevas miradas, nuevos suspiros. Tal vez alguna araña disfrute a sus anchas. Y así pasará con cada rincón de ella. Pero eso no es lo que me importa. Bueno, al menos no es algo que vaya a ocupar prioritariamente mi mente al recordar. 
¿Nostalgia? ¿Melancolía? No. Realmente no sé cuál es el adjetivo para calificar el sentimiento. Qué más dará. Lo que me importa no es eso. Pueden pasar muchas cosas en todo el tiempo que queda, pero tal vez debería dejar de ser tan racional y escuchar un poco a mi corazón. 
Él me dice que me va a esperar. Que no tiene motivos para no hacerlo y que soy lo más importante en su vida, ¿por qué dejarme escapar? Que quiere sufrir todo lo que haga falta sólo porque yo busco un futuro mejor. Que confiará, tal vez no a ciegas, en mí, y que sabiendo que estoy bien donde estoy, será feliz. ¿Y si resulta ser todo un capricho? Aún queda tiempo, puede pasar de todo, ¿por qué atarte así? No es cierto que no tengas ninguna necesidad, bastan unos segundos para que algo que creías férreo se desvanezca.
A veces me detengo a pensar en los motivos por los que tomé esta decisión y me parecen..¿estúpidos?¿inmaduros? Lo cierto es que él me empuja a que haga lo que quiera y sienta que debo hacer, y cree que es la mejor decisión que puedo tomar. Bueno, él y cinco personas más. Realmente, creo que cuántas más vueltas le doy más perdida estoy. En fin, no puedo decir más que gracias a los que me apoyan y me guían, dándome experiencias personales o queriendo estar en mi lugar. Según pasen los meses irá acercándose la fecha y espero tener algo más claras mis ideas. 
Sólo sé que este ya no es mi lugar, que tengo que dejarlo. Y sabiendo eso, puedo hacerme mi camino. Tal vez improvisando, que es como me gusta hacer las cosas, y es la única forma de que me salgan más o menos como yo quiero. Porque quien vive sin plan, no teme que algo salga mal. ¿Cabezota?¿Adolescente caprichosa? Es mi vida. Mi decisión.