miércoles, 28 de diciembre de 2011

Con el reloj parado.

Soy de las que llegan tarde a casa porque en el camino se entretienen demasiado. 
De las que la música les transporta. De las que eso de disimular no se les da muy bien, y pasan de intentar mejorar. De las que se quedan tumbadas en la cama pensando en el por qué de las cosas. De las que tropiezan mil veces con la misma piedra pero siempre se levantan. De las que se ríen de la vida y lloran al mirar atrás. De las que se olvidan de los problemas con unas cuantas copas de más. De las soñadoras. De las que se rayan por algo y no lo dejan hasta que se meten en la ducha y empiezan a meditar sobre el cosmos bajo el agua. De las que de pequeña decía "mamá yo te quiero 1000, y tú a mí?" De las que escuchan una canción nueva y no les gusta, pero luego la escuchan un tiempo después y se pasan días con esa canción. De las que pican a su mejor amiga haciéndola cosquillas pero luego no tolera que le hagan ninguna. De las que comprenden que un final no puede significar otra cosa que un nuevo comienzo. De las que se regalan una nueva sonrisa por cada lágrima que derramaron por alguien. De las que saben que las historias no son historias si no contienen un "the- end". De esas, que no son bipolares, pero sí cabezotas y únicas. De las que la gente califica como "raras" (alomejor los raros son ellos) y está orgullosa de ello. De esas que no pueden durar más de 5 minutos sin devorar todo el chocolate que tienen delante e intentaban reservar para todo el día. De esas que lo único que puede tocar su fibra sensible son ciertas canciones y los besos. De las que se imaginan historias diferentes a la que viven. De esas, únicas. 

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